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na tarde, entre la
brisa fresca y los trinos alegres de las Mariamulatas, Félix, el tío Negro,
sentado en un patio de Cartagena, le entrega a su sobrino unos manuscritos
antiguos, mientras le cuenta que en el Archivo General de Indias está reseñado
que el primer Bayona, su antepasado, llegó a Tierra Firme en 1697 como
integrante de una expedición corsaria del Luis XIV, rey de Francia, la que al
mando del Barón de Pointis tomó a Cartagena de Indias.
Poco a poco, en medio
de batallas navales, intrigas,
traiciones y actos de heroísmo relatados
en los legajos entregados por el tío Negro, se va descubriendo que Bayona era
parte de la tripulación de un barco Español apresado en el Caribe por la
expedición francesa.
Bayona venía a buscando
mejor fortuna y con una misión secreta, pues traía consigo una reliquia sagrada
con la que, al final, se cumple una profecía que está en el Libro de las
Revelaciones. Prisionero de los franceses y después de los españoles locales conniventes
con los invasores, logra escapar y huye por el magdalena, rio arriba, se
interna en las estribaciones andinas hasta llegar a Ocaña. En el recorrido es
ayudado por un enigmático personaje, don Antón.
Cuando se establece en
la bella ciudad colonial de los Andes, tiene que afrontar y vencer muchas
dificultades. Es testigo de momentos que son historias de fe como la aparición
de la virgen de Torcoroma y otros hechos
misteriosos y singulares que hoy son leyenda. En Ocaña encuentra el amor y la
fortuna. Su presencia y legado son parte de la historia de la región y de Colombia.